martes, 15 de noviembre de 2011

cuidados para tu perro

¿Cada cuándo debes bañar a tu perro? Debes bañarlo cada tres o cuatro semanas, para evitar el exceso de humedad en la piel y, como consecuencia, su resequedad.


¿Con qué debes bañarlo? Usa agua tibia y jabón neutro, con el fin de evitar enfermedades de la piel, como resequedad, caspa, urticaria, etcétera. Si el animal tiene parásitos externos como pulgas o piojos, báñalo con algún jabón especial, como jabón del Perro Agradecido, Asuntol o alguno recomendado por tu veterinario.
Nunca uses champú, acondicionadores, ni detergentes, porque resecan la piel, causan caspa, o problemas que pudieran llegar a ser graves.


Cepillado. Si tu perro es de pelo largo cepíllalo a diario con una carda especial –cepillo para perros– y si es de pelo corto, cepíllalo por lo menos 3 veces a la semana para mantener la sedosidad y brillo del mismo.


Uñas. Si tu perro vive dentro de la casa es necesario que le revises las uñas, porque en esas condiciones las uñas no se desgastaran naturalmente y crecen en exceso. Esto le causará molestia al caminar, dolor e, incluso, se le pueden enterrar y producir abscesos. Mejor recórtalas cada dos o tres meses con la ayuda del veterinario, según sea el caso.


Oídos. Son una parte fundamental de la anatomía de tu perro. Junto con el olfato, los perros piensan con este sentido; quizás lo usan más que la vista. Por tanto, debes limpiar los oídos de tu perro con detenimiento y cuidado por lo menos una vez al mes. El procedimiento es relativamente sencillo. Puedes utilizar agua oxigenada o un poco de vinagre rebajados con la misma porción de agua. Limpia la oreja de la parte interna –la que está en contacto con el cuerpo– con un algodón mojado con alguna de las sustancias mencionadas, cuantas veces sea necesario hasta que queden bien limpias. Posteriormente, con una mano levanta la oreja y con la otra moja un algodón limpio; exprímelo lo más posible dentro del oído. De inmediato, oprime ligeramente la parte baja del oído –no de la oreja–, y dale un ligero masaje por unos segundos. Deja que tu perro sacuda la cabeza para que expulse el exceso de líquido del oído. Por último, con un algodón seco limpia la parte interna de la oreja y del conducto auditivo. Repite el mismo procedimiento para limpiar el otro oído. Desde luego, para que lo hagas bien, necesitarás algo de práctica.


Sacos anales. Comúnmente olvidamos los sacos anales o simplemente no sabemos que existen, pero juegan un papel importante. Si no los limpias constantemente tu perro defecará con dificultad o sufrirá de estreñimiento severo y dolor.


Estos sacos se encuentran en la parte interna y final del recto, junto al ano. No se ven pero puedes palparlos. Para limpiarlos, levanta la cola a tu perro. Al lado del ano sentirás pequeños abultamientos –éstos son los sacos anales. El procedimiento es fácil. Colócate a un costado del animal; levántale la cola con una mano, y con la otra desliza suavemente los dedos índice y pulgar a ambos lados del ano para que no lesiones el área. Un líquido maloliente saldrá a presión: es excremento atrapado en los sacos que no puede salir sin una ligera presión. Si nada sale, no te preocupes: pudiera ser un buen signo, pues tu perro pudo hacerlo sin tu ayuda, con el famoso cochecito. Si no sale nada pero sientes abultamiento en los sacos, consulta al veterinario.


Si tienes un perro de raza pequeña seguramente tendrás que limpiarle los sacos anales. Si, en cambio eres dueño de uno grande o mediano, a lo mejor no tendrás que hacerlo, pero no te confíes.


Dientes. Son una parte importante, pues con ellos tu perro tritura el alimento que come. Lávalos con productos y cepillos especiales para perros; nunca con tu pasta, es muy agresiva para ellos, les pica y les arde. Si prefieres, proporciónale huesos de carnaza para que se los limpie él mismo y te liberes del round.


Ojos. Los ojos son la vida. Los animales de razas pequeñas suelen sufrir padecimientos en los ojos, generalmente se les irritan y lagrimean mucho. porque se encuentran cerca del suelo y el polvo los infecta. Te recomendamos laverle los ojos y el área por donde corre la lágrima –pelitos pigmentados– por lo menos tres o cuatro veces a la semana con agua de manzanilla tibia y fresca. Si tu animalito presenta otros signos, como ojos cerrados, párpados inflamados, dolor al tocarlos, comezón, inflamación del tercer párpado por más de cinco días, u opacidad del ojo, llévalo al veterinario para que haga la revisión pertinente. No dejes pasar más de ocho días sin que tu perro sea examinado por un veterinario. La negligencia puede ser grave.
Acostúmbralo a salir siempre con collar y correa. De esta manera puedes tener control sobre él y evitar que lo atropelle un coche, agreda a alguien, se pelee con otro animal o se extravíe.


Ponle siempre su placa de identificación. Si llegara a extraviarse, la placa aumenta grandemente tus posibilidades de encontrarlo.


Siempre lleva contigo una bolsa para levantar el excremento de la vía pública.


Vigila que no coma desperdicios, excremento de otros animales, tierra, etcétera, pues puede enfermarse.


Si vas a salir en coche, no le des nada de comer, por lo menos dos horas antes de la salida. Se trata de que no vomite ni defeque en tu coche. Puedes darle de beber agua solamente antes y después del paseo. De todos modos, asegúrate que orine antes de subirse al coche. De ser posible, llévalo en jaula transportadora; es lo mejor.

Lleva la placa de identificación y la cartilla de vacunación de tu perro. Esto es importante ya que si llegara a extraviarse, podrás buscarlo más fácilmente. O bien, si muerde a alguna persona, podrás avalar que tu mascota está vacunada y que la víctima de la mordedura no corre riesgo alguno. Recuerda que en ciertas partes del país hay cercos sanitarios y la cartilla te ayudará a que tu perro pueda pasar.


Deberás hacer paradas continuas para que el perro haga sus necesidades y un poco de ejercicio.


Trae siempre contigo bolsas para el excremento, para no dejarlo dondequiera.


Nunca dejes al perro dentro del auto por mucho tiempo cuando haga calor –consulta el apartado de choque térmico en la sección de primeros auxilios. Puedes meterte en problemas. Tu perro no sabrá lo que ocurre, en su desesperación puede averiar a tu coche, o, lo más corriente, defecar en él. Mejor llévale juguetes para que se distraiga durante el camino.


Ten mucho cuidado cuando el perro saque la cabeza por la ventana del auto, ya que el aire es tan fuerte que pudiera inducir conjuntivitis y otitis al perro, además podría saltar y accidentarse.


Algunos veterinarios recomiendan la administración de vitamina C y complejo B antes de un viaje largo para reducir los efectos del estrés y las nauseas. A lo mejor tu perro jamás ha viajado en coche. Lo más común es que comience a salivar en exceso y, en ocasiones, vomite y exprese deseos de defecar. Así pues, dale de comer 3 horas antes de partir. El exceso de salivación y el mareo irán desapareciendo conforme tu perro se acostumbre a viajar en el coche.


Toma providencias especiales, si debes viajar con un perro enfermo. Sobre todo si vas a volar ya que la temperatura en el área de carga del avión puede sufrir cambios bruscos. Por otro lado, si será un vuelo muy largo, tu perro puede presentar una emergencia y no habrá cómo auxiliarlo.


Jamás encierres a tu mascota sola dentro de un cuarto de hotel porque pudiera hacer muchas fechorías o molestar a otros huéspedes.


La mejor forma para que tu perro viaje es dentro de una jaula especial para transporte de mascotas, donde irá seguro y sin riesgo. Eso sí, la caja no te exime de tomar en cuenta las consideraciones descritas.


Recuerda que tú eres responsable de cuanto haga tu perro.

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